Parejas, amigos y familias, el nuevo modelo no entiende de religión
El hermano de Cheikh, nacido y residente en Mali y de religión musulmana, espera su primer hijo. Cheikh, también de Mali, pero residente en Jaén, y también musulmán, se lo cuenta a su novia, Andrea, española y de educación cristiana. «Podríamos ir a conocer a tu sobrino», propone Andrea. «Sí, bueno, no sé, puede que el niño no se haga grande», contesta Cheikh. Ante la incertidumbre de ella, él responde: «En Mali, muchos niños se mueren». «¿De qué enfermedad?», pregunta ella. «¿Enfermedad? No. Se mueren porque el niño quiere morirse», explica él. Andrea no entiende qué quiere decir su novio. Él se explica: «Cuando un niño está en la barriga de su madre, Dios le pregunta qué quiere hacer en su vida. El niño le responde si quiere ser rico o pobre, tener familia o no, cuándo y cómo se va a morir.. y hay niños que le dicen a Dios que quieren morir pronto, y entonces muere a la edad exacta que el niño le haya dicho a Dios».
Andrea y Cheikh se conocieron en la playa. Ella veraneaba y él vendía CD´s piratas. Pese a los prejuicios que tenían, empezaron una relación de pareja. Se entienden bien a pesar de sus orígenes diversos, aunque a veces, el choque de culturas, se hace patente. Ocurre, por ejemplo, cuando hablan de Dios. Cada uno de ellos tienen una visión muy diferente, lo que se refleja en conversaciones como ésta. Andrea jamás hubiese justificado de este modo el alto índice de mortalidad infantil en países en vía de desarrollo. Cheikh, sin embargo, no se lo podría plantear de otro modo. Ambos coinciden, sin embargo, en señalar, que el cruce de culturas entre ellos, es positivo, pese a las muchas barreras que tienen que traspasar.
Que la convivencia de culturas es positivo es también lo que piensa Marina, maestra de quinto de primaria en un colegio público de Fuenlabrada. «Tenemos niños musulmanes en clase y en lo único que se diferencian de los demás es en que no van a clase de religión, pero también hay niños occidentales que tampoco quieren dar religión», explica Marina. Y añade: «También les cuentan a sus compañeros que han hecho los deberes en la mezquita, y rezar, rezan antes de venir a clase».
Sin bocatas de chorizo
El momento de la oración no interviene en el desarrollo de las clases porque no coinciden los horarios. Pero sí se refleja cuando niños de diferentes religiones conviven en un campamento. Elena fue monitora en un campamento de verano en Plasencia, donde había niños de diversos cultos. «Sólo tuvimos que cambiar dos cosas: por un lado, permitíamos que mientras unos niños remoloneaban en los sacos de dormir, los que querían, se levantaban y rezaban antes de ir a desayunar, para lo cual, el que había querido, se había llevado su alfombra. Por otro lado, suprimimos los bocadillos de chorizo, no sólo para los niños musulmanes, sino para todos», explica. «Los niños no planteaban problema alguno con la convivencia», añade.
Estas situaciones reflejan una sociedad que, poco a poco, va adaptándose a nuevos modelos en las relaciones personales. Las migraciones provocan que personas de diferentes religiones y culturas se encuentren compartiendo un mismo espacio. Ese encuentro se ve reflejado en aspectos de la vida cotidiana como es el educativo. Los niños aprender a jugar con otros niños sin los prejuicios de sus padres. La puerta de la convivencia está abierta, y los tres cultos dan gracias a un único Dios. Falta saber si Dios atiende de igual modo todos los rezos, ya sean en latín, en árabe o en hebreo.
JUDAÍSMO
Inicios: Primeros indicios, en la Edad de Bronce en Mesopotamia. Oficialmente, cuando Dios, según las enseñanzas bíblicas, prometió a Abraham la tierra de Canaán, futuro Israel.
Historia: En el año 1200 a.C., huyeron de Egipto hacia Canaán. Tras la invasión de Israel en el 585 a.C., se inicia la diáspora, migración masiva de los judíos fuera de Israel. Se expanden por el mundo haciendo florecer su cultura, pero sin encontrar jamás un lugar propio. Desde la creación de Palestina en 1900, la lucha entre judíos y palestinos se hace constante. Posteriormente, durante el holocausto nazi, dos tercios de los judíos fueron asesinados.
Principios: Dios, la Torá e Israel. La oración y el reposo.
Libro: Los cinco primeros libros de la Biblia, la Torá, revelada por Dios a Moisés en el monte Sinaí. No creen ni en Jesucristo como divinidad ni en los preceptos del Nuevo Testamento.
Festividad: El sábado, cuando celebran el Shabat.
Más: No comen cerdo. A los ocho días de vida de un niño le practican la circuncisión como símbolo de la comunión con Dios. Creen que pueden aún venir nuevos profetas. Dentro del judaísmo, existen reformistas, conservadores y ortodoxos, citados de menor a mayor grado de apertura.
ISLAMISMO
Inicios: La última revelación de Alá dio lugar al Islamismo. Primero en La Meca, en el año 570, y después en Medina. Nace como una revisión del judaísmo y el cristianismo, a las que atacan de religiones supersticiosas e idólatras.
Historia:Se acepta como religión a partir del 630. Se extienden por la India, Egipto, Mesopotamia y Siria. En España estuvieron bajo el emirato omeya, creando Al-Andaluz y trayendo una época de esplendor hasta que fueron expulsados en 1492 del reino de Granada, el último territorio que les quedaba.
Principios: Fraternidad, igualdad y solidaridad. Sus cinco pilares son la creencia en que «no hay más Dios que Alá y Mahoma es su profeta», la obligación de rezar cinco veces al día, viajar a La Meca una vez en la vida, abstenerse y ayunar durante el mes del Ramadán y entregar tributos a los necesitados.
Libro: El Corán, dictado por Alá a Mahoma a través de Yibril, el arcángel Gabriel.
Festividad: El viernes, llamado Sabat.
Más: Islám significa «sumisión a la voluntad de Dios». No comen cerdo. Practican la circuncisión. Creen que Mahoma fue el último profeta, tras el cual no vendrá ninguno más. Se dividen en sunies y chiies.
TOLEDO, la ciudad que consiguió hermanar a las tres religiones monoteístas
Toledo huele a Mazapán, y no sólo en Navidad, sino durante todo el año. Desde que en épocas de hambruna, las monjas de San Clemente hicieran «mazacotes» de pan para paliar el hambre, es decir, mazapanes, la ciudad castellano manchega se hizo popular por este dulce. Pero más que por su gastronomía, Toledo se convirtió en el símbolo de la tolerancia religiosa, capaz de hermanar a los diferentes cultos.
Toledo es hoy en día la ciudad española donde se concentran más templos. Iglesias, sinagogas, mezquitas… Tiempo atrás, supo combinar culturas y religiones: judíos, cristianos y musulmanes convivieron apaciblemente aumentando la riqueza cultural y económica de la ciudad, hasta que Isabel la Católica los expulsó en 1492. En memoria de aquello, muchos sefarditas, descendientes de aquellos judíos expulsados, continúan en la actualidad conservando la llave de esas casas que tuvieron que dejar.
No siempre respetadas, a menudo perseguidas, diferentes religiones y culturas han ido asentándose en territorio español, en un Estado laico pero con una fuerte tradición cristiana. Aunque también en el sur de España la influencia árabe fue decisiva, Toledo es la ciudad que mejor ejemplifica esta comunión. Aunque encontrar hoy en día musulmanes y judíos que dispongan en Toledo de un lugar para orar y para reunirse es complicado. Ahora, más que un crisol de culturas, Toledo es una ciudad museo.
De las once sinagogas construidas, hoy sólo conserva su poder la
Sinagoga del Tránsito, convertida en el símbolo de la ciudad. Los judíos huían de los adornos cristianos, «meditación y rezo», proponían. Pero una sinagoga construida y financiada por judíos, diseñada por musulmanes (imitando a la Mezquita de Marruecos) y en una época dominada por el reinado cristiano, no podía construirse como una sinagoga convencional. Prescindió de esa planta superior desde la que las mujeres rezaban, para aunar a ambos sexos en una única planta baja, eso sí, separados por un velo blanco: ellos en el interior; ellas, en el exterior.
Mirando a Dios
Cuando los cristianos se quedaron solos, destruyeron todos los edificios pertenecientes a otras religiones. Pero fueron incapaces de destruir esta sinagoga, les pareció de tal belleza que era un precio demasiado alto a pagar, así que decidieron tirar únicamente el muro de Torá, y crear, en su lugar, un Altar Mayor.
Árabe, hebreo, castellano y latín. Así fue Toledo, y algo queda. La propia catedral de la ciudad, la Catedral de Santa María, es muestra de ello. Doscientos años pasaron entre la construcción de una torre y de la otra, 192 metros de torre gótica con influencia mudéjar que se alza hacia el cielo en busca de Dios, frente a una torre campanario de estilo renacentista. Otra de las leyendas toledanas impulsa la historia de ese campanario que tan sólo ha sonado una vez. La leyenda, amparándose en la magia, cuenta que su sonido fue tan potente que los cristales de toda la catedral estallaron. La historia lo achaca a que la campana fraguó mal. Pero la leyenda permitió no cortar cabezas.
Cristo de la Luz
Los árabes tuvieron tanta presencia en Toledo como los judíos, y aunque el turista de hoy se sorprenda por el nombre de su mezquita más característica, la mezquita Cristo de la luz, esta denominación no es más que otra prueba de la mezcla de culturas. Dicho templo fue en su origen la
mezquita de Bab al-Mardum y posteriormente la iglesia del Cristo de la Luz. Actualmente, es la mezquita mejor conservada de las diez que existieron en la ciudad durante la época musulmana.
Celosos de su intimidad
Toledo es una ciudad llena de turistas, pero, a pesar de ellos, sigue siendo un lugar silencioso y místico, donde los paisanos guardan con extremo celo su intimidad. Hecho nada extraño si se atiende a la herencia dejada por sus antepasados.
Las casas toledanas judías tenían un característico patio. La vida allí, a puerta cerrada, constituía una vida familiar ajena a la de la ciudad. En los patios se plantaban árboles que iban creciendo siendo testigos del paso de los niños a hombres. Cuando las familias aumentaban, a las casas se les añadían plantas. Los árboles del patio se asomaban al exterior por las ventanas de los pisos superiores, por eso, cuando el árbol necesitaba una poda, el dueño de la casa debía avisar a los vecinos por carta, no fuese a ser que al subirse al árbol, uno se inmiscuyera en vida ajena, contemplada a través de la ventana.
Hasta tal punto llegaba esa protección de la intimidad que nunca un portón se colocaba frente al otro, si no que se alteraban pares e impares para que nunca las puertas estuviesen frente a frente.
Mientras, los musulmanes demostraban ese recelo en la construcción de sus mezquita, hechas con muros blancos que se conectaban con el exterior por celosías de madera que permitían ver desde dentro el exterior, pero les escondía de miradas indiscretas.
Dicen que el miedo nace de la ignorancia, del desconocimiento. El halo de misterio que envuelve hoy en día a las religiones musulmana y judía pueden ser herencia también de aquellos días. Lo cierto es que, en ningún lugar de España, las tres religiones monoteístas volvieron a convivir tan apaciblemente como en aquellos tiempos toledanos.