martes, 27 de abril de 2010

Dime tu cita y te diré cómo eres


La frase de Magis Iglesia nos dejó huella:
"Ante la duda, haz periodismo".

Pero no ha sido la única. A lo largo de todo el máster hemos conversado con periodistas, escritores, profesores y especialistas en "algo", que nos han dejado frases para todos los gustos. 

Recordemos algunas...
Muchos nos han hablado de cómo deben escribir los periodistas, con recomendaciones como: 

"Olvida el libro de estilo" (no sé yo si todas estarían conforme)
"Cuando acabes un texto, es cuando tienes que empezar a escribirlo"
"Nunca empieces en estilo directo"
"Organízate: Piensa en el papel"
"Las frases largas traen problemas"
O el tan nombrado: "Ante la duda, corta".


Otros nos han hablado del oficio, dejándonos sus máximas: 

"Haz cinco preguntas al día"
"La clave está en la re-pregunta"
"Tu único patrimonio es tu agenda"
"La fuente da la información, no hace la información"
"Nunca traiciones un off de record"
"No niegues, raramente afirmes, siempre distingue"
"Los periodistas tienen que escuchar todas las campanas, y si es posibles, al campanero"
"Retórica y argumentación, las armas del discurso"
"La improvisación es sinónimo de fracaso"
"Olvídate de los lugares comunes"
"10%inspiración, 90% transpiración"
"Escribir es un desafío y una necesidad"

Siempre están los que quisieron ir más allá:

"Cuando dejes cinco veces plantado a tu novio con las entradas de cine en la mano, entonces serás un verdadero periodista"

"El periodismo es la profesión más bonita del mundo, pero no la más importante".
"No perdáis de vista el horizonte (No erréis el tiro)"

Algunos, amantes del riesgo, deberían tener más presente lo que nos recordó el corresponsal Ramón Lobo: "Los periodistas muertos no cuentan noticias"; o la aparente obviedad de Mikel Ayestarán: "Antes que periodistas, somos personas".


Y a los que dicen que en un reportaje tampoco es demasiado importante ser riguroso con los datos, avisarles de alguna recomendación: 

"Hay que hacer autocrítica todos los días"

"No concibo periodistas sin lecturas"
"Si tu madre te dice que te quiere, contrástalo"

Sin olvidar, la que más nos ha marcado: "¡A ver ese filete!"



sábado, 24 de abril de 2010

Opiniones que dejaron huella

Cuando estaba en cuarto de carrera, nos recomendaron leer en la facultad un libro llamado Artículos que dejaron huella. Era una recopilación hecha por Josep María Casasús de columnas de opinión que marcaron la historia, desde el “Vuelva usted mañana” de Larra al “J ´accuse” de Zola. Leer un libro como aquel te recordaba que la primera intención de la opinión es ejercer influencia.

Pero para ello son necesarios algunos requisitos. Para que una opinión ejerza influencia debe estar bien argumentada y apelar a la razón o a la emoción. Llevamos un año analizando diferentes tipos de argumentos: Demostrativos, refutativos, analógicos, parabólicos, de autoridad… Construir un argumento eficaz está muy lejos de pretender sentar cátedra o de exponer conclusiones cerradas. “Un buen argumento debe ofrecer ideas basadas en creencias y deducciones, en experiencias, conocimientos y convicciones, intentando persuadir por su racionalidad y su verosimilitud”. Es así cómo se ha descrito la construcción de argumentos en las clases de “Periodismo de opinión”.
¿Y eso que significa? Pues, entre otras cosas, que los argumentos deben ser combativos, no imponer sino inducir, requieren olvidarse de moralismos, y ejemplificar sin falacias. Un buen argumento necesita dejarse de retórica y engañosos eufemismos y hacer pensar.
La teoría está clara. El problema aparece al llevarlo a la práctica. Si no todas las argumentaciones están bien realizadas, ¿todas las opiniones deben ser tenidas en cuenta? La primera vez que escuche aquella frase que decía algo así como “Todo el mundo puede opinar pero no todas las opiniones son igual de respetables”, me pareció una barbaridad, un ataque directo a la libertad de expresión. Ningún argumento me parecía oportuno para justificar que las opiniones no merecieran todas la misma condición. Sin embargo, esta semana me he sorprendido a mí misma justificando e incluso viendo necesario poner un cortapisas a la libertad de expresión de cada individuo.
Mi conflicto surgió mientras realizaba un reportaje sobre lenguaje y terrorismo. Me encontré leyendo blogs y artículos a favor de ETA en los que toda argumentación se basaba en la falta de respeto y en la reivindicación del asesinato como medio que justifica el fin. Fue entonces cuando me vi a mí misma asumiendo que lo coherente en algunos casos sería no permitir que exista libertad de opinión. Me encontré conmigo misma diciendo en voz alta que el Estado debería prohibir estas plataformas dedicadas a defender el asesinato, a opinar a favor de ETA. Y entonces, me di cuenta de que estaba yendo en contra de la libertad de expresión.
Realizar este reportaje me introdujo en un estado de dualidad, en un choque moral y profesional. Contradicciones que tambalean cimientos y que te dejan en una situación que no sabes cómo resolver.
Ahora no sé hasta qué punto son igual de respetables todas las opiniones. Sí sé, sin embargo, que cuando el argumento toca nuestra fibra emocional y nuestra moralidad entra en terreno peligroso. Es por eso también que el mismo argumento provoca diferentes reacciones según quien lo pronuncie. Las clásicas figuras de emisor y receptor adquieren un tono diverso en cada situación. Según el caso, y cada cual sabemos cuales son las voces que más nos influyen, no nos es igual de decisiva una opinión de alguien a quien consideremos competente en el tema, a quien respetemos y admiremos, a quien queramos, que la misma opinión llegada desde alguien que no es indiferente. Esto dejaría la puerta abierta a otros temas como la manipulación o los chantajes emocionales.
Cojo otro libro y, en el prólogo, escribe el autor: “No se enojen demasiado si mi opinión difiere demasiado de la suya. Al fin y al cabo, se trata tan sólo de un juicio personal. Y ése, ni más, pero tampoco menos, es su valor. Si es que tiene alguno”.
Que todo el mundo opina parece estar claro. Pero parece estar claro también que, en ocasiones, unas opiniones dejan más huella que otras. 

miércoles, 21 de abril de 2010

ETA y la mentira de la objetividad



Ellos lo llaman lucha armada. «Como si sus víctimas fueran asesinadas en combate y no emboscadas mientras iban a comprar el periódico», escribió Fernando Savater en su libro Perdonen las molestias. El terrorismo que en España lleva a cabo la banda separatista ETA era en 1986 «uno de los supuestos más delicados, sino el que más, al que con demasiada frecuencia han de enfrentarse los informadores», según se recogía en Cuadernos para el debate. Hoy, más de 20 años después, el terrorismo sigue siendo un problema latente en la sociedad española. Y pese a la gran cantidad de casos sobre los que, desgraciadamente, hay que informar, no existe a nivel profesional ningún documento sobre el tratamiento de la información que deben hacer los medios de comunicación ante temas de terrorismo.
Según informan organismos profesionales como la Asociación de la Prensa de Madrid (APM) o la Fundación de las Víctimas del Terrorismo (FVT), no hay un acuerdo concreto sobre este asunto más allá de reflexiones como las que se  recogen en Cuadernos para periodistas (APM) y Terrorismo, víctimas y medios de comunicación (FVT), o las Reflexiones sobre los medios de comunicación y el terrorismo que recogió el Consejo de Administración de RTVE en 2003.
Mientras que para informar sobre violencia de género, menores o inmigración sí existen documentos aprobados explícita o implícitamente por todos los medios, en asuntos de terrorismo son los periodistas los que deben autorregularse y definir sus patrones de actuación.
A este respecto, Howard Simons escribió en el diario El País una tribuna con el título «Poder y culpas de la Prensa» donde exponía: «Desde la profesión periodística siempre se ha rechazado cualquier limitación a la libertad de expresión y al tratamiento de estos asuntos». Los periodistas son reacios a cualquier limitación a su libertad de expresión, incluida una posible discriminación positiva en pro de la lucha contra el terrorismo. De este modo justifica el director de comunicación de la FVT, Fernando Delgado, esta ausencia de legislación: «Los medios de comunicación en España tienen una libertad absoluta, no hay códigos como en otros países, lo que sí hay son acuerdos implícitos no escritos pero que se mantienen».

Vocabulario ideológico
Utilizar unos términos y no otros cuando se habla de ETA es uno de ellos. El uso de un vocabulario que refleja cómo «el lenguaje está vinculado a la ideología», según explica el filólogo Luis Veres en su libro La retórica del terror (sobre lenguaje, terrorismo y medios de comunicación). El lenguaje, explica Veres, es una «poderosa arma, una máscara cuya única finalidad es tergiversar la realidad en lugar de representarla, capaz de convertirse en un instrumento de agitación y de propaganda, pero también de cohesión social y socialización».
Ya explicó el lingüista Saussure que el lenguaje «no es un proceso arbitrario, sino que proporciona una imagen mediadora ante la realidad que puede informarnos acerca de esa misma realidad». Es por ese carácter ideológico y por esa vinculación política, que el uso de un tipo u otro de lenguaje en las informaciones sobre terrorismo acarrea tanto conflicto.
Quien también vivió esa polémica fue Julio Medem, que para recrear en su documental La pelota vasca la situación que vive el País Vasco, dio voz tanto a víctimas como a verdugos.
Son dos puntos de vista ante la realidad vasca. Uno es apostar por una información aséptica e intencionadamente objetiva que informe de los hechos sin condenarlos. Es la postura que primó hasta finales de los 80, según explica Delgado: «Sólo a partir de principios de los 90 es cuando, por ejemplo, se les empieza a llamar banda terrorista en lugar de activistas». Jesús Ceberio, el que fuese antecesor del actual director de El País, justifica ese lenguaje más neutral por la herencia franquista: «La asepsia informativa que con mayor o menor intensidad contaminó a muchos medios durante demasiado tiempo es sólo justificable desde el miedo y la herencia deformante de cuarenta años de censura en los que ETA llegó a contar con alguna comprensión de la izquierda como fuerza de choque contra la dictadura».

Miguel Ángel Blanco
El asesinato, en agosto de 1997, del concejal del partido popular de Ermua Miguel Ángel Blanco supuso un antes y un después en el enfoque informativo del terrorismo, tal y como aseguran desde la FVT.
ETA intentó chantajear al Estado pidiendo el traslado de sus presos políticos al País Vasco, en menos de 24 horas, a cambio de la vida del concejal. España entera se lanzó a la calle al grito de «Basta ya». «Los españoles eran conscientes de que ETA cumpliría su chantaje si no aceptaban sus premisas. Pero aún así se echaron a la calle gritándole que dejase de matar», explica Delgado.
Hasta entonces, si las víctimas pedían ayuda al gobierno se les replicaba que su postura era inoportuna porque enrarecía el ambiente e impedía la comunidad de sentimientos democráticos entre los representantes del gobierno y la banda terrorista. Hasta ese momento, en las detenciones se hablaba de los crímenes del terrorista casi como heroicidades y a las víctimas se las relegaba al olvido. «Aquel asesinato supuso la toma de conciencia de una sociedad, se empezó a hablar de las víctimas de otro modo, se aunaron las fuerzas contra el terrorismo», matiza Delgado.

Ante el miedo, compromiso
La periodista y catedrática vasca Edurne Uriarte, una de las fundadoras del Foro de Ermua, reivindica que no se utilice un lenguaje neutral, sino condenatorio contra ETA: «El periodista no puede ni debe ser aséptico, no puede lanzar la misma mirada ética al asesino que al asesinado».
Uno de los motivos por los que el periodista opta por esta actitud es por el temor a las represalias: «Si quieres trabajar en periodismo, o te atreves a decir lo que piensas, o debes retirarte. Ante el miedo, la única actitud puede ser el compromiso», añade.
«El miedo y el terror son la verdadera significación del terrorismo. Sólo los humanos son conscientes de que pueden morir, por eso tienen miedo», apunta Veres. Ante el temor, los periodistas a veces optan por intentar dar un tratamiento neutral. «Surge al tratar un atentado terrorista como cualquier otra noticia; la asepsia del lenguaje no puede ser más cruel», añade.
Un término como «Tregua», tan acuñado por la banda durante los periodos en los que no ha llevado a cabo atentados, significa, según el director de Efe, Alex Grijelmo, «un pacto que permitía a dos ejércitos dejar de atacarse», por lo que el término tal como ETA lo usó se aleja de su significado originario para introducir la presuposición de que existía una guerra entre dos estados que ahora decidían llegar a un acuerdo. «No fue una tregua, fue un alto al fuego», añade Grijelmo.
El premio Pulitzer David Broker añade que el periodismo no puede limitarse a narrar los hechos: «No hay periodismo neutral». Jose Antich, director de La Vanguardia, matiza: «No puede existir la equidistancia en la información sobre el terrorismo. Aunque sólo fuera por un compromiso moral y ético».
A veces, la premura para informar de un atentado es la que provoca que se produzcan estas distorsiones del lenguaje. Veres explica: «ETA suele calcular la hora de los atentados con sumo cuidado, para que la noticia aparezca en el próximo telediario, sin que los periodistas tengan tiempo para mucho más que transcribir los mensajes de los teletipos». Eso justificaría que muchos de los atentados  más sangrientos se produjeran en verano. Un contexto de vacío informativo generalizado en el que es más fácil acaparar la información de toda la jornada.
Estas cuestiones derivarían en un análisis más detallado sobre otra serie de aspectos como:  cuáles son los límites de la información, si se debe o no enseñar una foto repulsiva, hasta qué punto el terrorismo se nutre de la publicidad que se engendra en los medios, si destacar y magnificar atentados es darle un altavoz a la violencia o es rendirle un homenaje a las víctimas... Si callar es una contradicción y una incoherencia.
Unamuno, vasco universal, escribió: «No nos mata la oscuridad, sino la indiferencia». Antes de informar, habrá que plantearse también si el periodista puede o no olvidarse de que además de informar, tiene el deber de denunciar. Preguntarnos si por encima del derecho a la información, está el derecho a la vida.

lunes, 19 de abril de 2010

Prácticas de Videoperiodismo


Reportaje sobre la noche de la Madrugá. Semana Santa Huelva 2010. 

(Vídeo grabado con cámara Alta Definición)


Videoblog "El foco del becario"

(Vídeo grabado con cámara fotográfica)


Total de una entrevista. 

(Vídeo grabado con el teléfono móvil)


Pieza informativa sobre las Fallas 2010. Valencia. 

(Vídeo grabado con cámara fotográfica)

viernes, 16 de abril de 2010

Telecinco cumple 20 años



¿Telecinco dígame? Veinte años cumple Telecinco y lo celebró anoche con una gala presentada por Jesús Vázquez. La televisión, que tanto se critica, y que, en ocasiones, da lo peor de sí misma, puede darte en otros momentos imágenes inolvidables.
Yo tengo 25 años, desde hace 3, apenas veo la tele; sin embargo, entre los 10 y los 20 la vi mucho; vi mucho, sobre todo, Telecinco. Por lo tanto, de sus 20 años, 10 estuvimos realmente muy unidos. Por eso, que Telecinco celebre su aniversario a mí me causa una especial emoción.

Una de mis primeras polémicas en casa cuando era una enana fue la de negociar la hora de dormir. Lo recuerdo como uno de los conflictos más arduos y en los que, muy poco a poco, conseguí ir ganando terreno. Me costó lo suyo. Aunque si en casa sabían algo es que los martes nadie me mandaría a la cama. La serie Médico de familia empezó a emitirse en septiembre de 1995, yo acababa de cumplir 10 años. Algunas temporadas después, en una Nochebuena en la que mi madre tuvo que trabajar, mi hermano y yo fuimos a cenar a casa de mi abuela. Librarme de la cena familiar supuso que pudiese ver el capítulo de Médico de familia de esa noche. “Pide un deseo, es Navidad”, se titulaba. Fue mi capítulo favorito y ahí empezó mi obsesión con la serie. A partir de entonces, decoré mi cuarto con fotos de Médico... Era una niña un poco rarita, sí. Y mientras mis amigas llenaban las paredes sus cuartos con fotos de los Backstreet Boys, yo empapelé la mía con recortes de Nacho y Alicia.

Cuando alguien me conoce de nuevas y se entera de mi devoción por la actriz Lydia Bosch le hace gracia... A mí me hace gracia el saber que sí ahora me ven como una "flipada" de Lydia, lo que hubiesen pensado si me hubiesen visto cuando tenía once años e iba al colegio con un colgante de ella, como las madres antiguas que llevaban en un camafeo las fotos de sus hijos. 
Fui su fan obsesiva de niña y con los años me he convertido en una admiradora adulta y racional. Sólo lo podrían entender quienes me conocieron entonces, quienes me vieron contar las horas para que llegasen los martes y empezase Médico, quienes me vieron coleccionar cromos y me ayudaron a rellenar el álbum de estampas de la serie, quienes me vieron aprenderme los guiones, inventar historias nuevas, saberme cada detalle de la serie y de la vida de sus actores, quienes entraron en aquella habitación de niña llena de recortes…
Lydia Bosch fue mi ídolo juvenil. Y Médico de Familia fue la serie que me acompañó, sin traicionarme nunca, entre los diez y los quince años. Sé que al contar esto, puedo quedar como una "freaky", pero no me importa; volvería sin dudarlo a ser esa fan que se ponía la gorra de Médico de familia para ir a las acampadas. Mi amigo Jorge y yo convertimos esta afición compartida en la esencia de unos años muy bonitos. ¿Cuántas veces interpretamos hasta la saciedad muchas de las escenas (¡Anita no es tu hija!)? Eran aquellos años en los que Madrid era la ciudad de nuestros sueños y desde Huelva nos parecía un lugar muy, muy lejano.
Nacho, Alicia, Juani (Luisa Martín me sigue pareciendo una de las mejores y más inteligentes actrices españolas, y adoro verla haciendo teatro), María, con la que me sentía identificada porque crecíamos a la vez, Chechu, Anita, Alberto, Manolo, Poli, Gertru... y tantos otros. Nuestra devoción fue tal que Jorge y yo decoramos la sala de estar con flores y carteles de "Vivan los novios" el día en que se emitió el capítulo en el que Nacho y Alicia se casaron...

Por esto, Telecinco está asociado a mi vida. Telecinco fueron los telecupones con mi abuela y las risas de mi madre viendo Querido Maestro. Y fue Médico de familia por encima de todo. Telecinco fue también, unos años después, Periodistas, -y ya he contado alguna vez “el daño” que nos hizo la serie a los que hemos acabado queriendo ejercer la profesión-. Y Telecinco también fue Motivos Personales, una serie que para mí fue especial, no sólo por recuperar a Lydia, sino porque convertimos en un rito ver juntas sus capítulos todas las amigas "segovianas" en los que fueron los mejores años de la Universidad... Y al final, Telecinco hasta acabó siendo el lugar donde hacer prácticas durante unos meses. 

Me alegro de que Telecinco cumpla 20 años y les deseo lo mejor. Aunque fueran los culpables de que me dejara todas las pagas en cintas de vídeo (tengo TODOS los capítulos de Médico grabados en VHS).
Esta cadena de TV, que después me tocaría estudiar durante la carrera, está vinculada a mi vida, igual que lo está Lydia Bosch. El día que por fin logré conocerla en persona supe que ya nunca dejaría de admirarla. El temor a conocer al ídolo se disipó con sus sonrisas y su ternura. Fue conmigo y con Jorge (como no, la conocimos juntos) absolutamente encantadora. Por eso, si Médico de familia y Periodistas serán siempre mis series, Lydia será siempre mi actriz más especial y a la que siempre le tendré una admiración absoluta y, sobre todo, un cariño enorme. 

miércoles, 14 de abril de 2010

Mi 14 de abril



Tu 18 de julio, mi 14 de abril...
Y hoy se recuerda la proclamación de la II República.

"De esta fe en la justicia, tan española, tan quijotesca y tan en crisis en otros pueblos, ha brotado este maravilloso ejército de la República [...]",
Antonio Machado


Asturianos de braveza,
vascos de piedra blindada,
valencianos de alegría
y castellanos de alma,
labrados como la tierra
y airosos como las alas;
andaluces de relámpagos,
nacidos entre guitarras
y forjados en los yunques
torrenciales de las lágrimas;
extremeños de centeno,
gallegos de lluvia y calma,
catalanes de firmeza,
aragoneses de casta,
murcianos de dinamita
frutalmente propagada,
leoneses, navarros, dueños
del hambre, el sudor y el hacha,
reyes de la minería,
señores de la labranza,
hombres que entre las raíces,
como raíces gallardas,
vais de la vida a la muerte,
vais de la nada a la nada:
yugos os quieren poner
gentes de la hierba mala,
yugos que habéis de dejar
rotos sobre sus espaldas.
Crepúsculo de los bueyes
está despuntando el alba.

Vientos del pueblo me llevan, Miguel Hernández

lunes, 12 de abril de 2010

Más Larra

Larra, Larra, Larra. ¿Por qué se suicidó Larra? ¿Quiénes son los posibles descendientes de Larra? ¿Qué vigencia y contemporaneidad tiene hoy Larra?... Bla, bla, bla... Parece que la práctica nos la hubiese puesto algún profesor o profesora de Historia del Periodismo con resaca (aún) del bicentenario.


Pero ya se acabó el 2009 y la celebración del 200 cumpleaños del madrileño afrancesado no podía durar eternamente. Se escribieron palabras y palabras para el festejo. Muchas patéticas, otras brillantes.

Pero ya estamos en abril de 2010 y para leer a Larra, me remito a sus textos. No tengo nada que decir y la facultad ya se acabó. La historia del periodismo se quedó en lo aprendido, que fue mucho, pero fue pasado. Fue, no es.
Así que, por mi propia salud mental -y yo me entiendo-, me quedo con la otra opción de práctica: el lenguaje de los terroristas. Al menos, no me vendrá la sensación de estar nadando en aguas pasadas, y ahogándome.

jueves, 8 de abril de 2010

Papá, ¡quiero ser como Guti!

Los futbolistas, los ídolos de los niños aunque pase el tiempo

Se pensaba que ya no. Pero sí, los niños aún quieren ser futbolistas por encima de cualquier otra profesión (un 31%). Así lo reflejó la encuesta “¿Qué quieres ser de mayor?”, realizada por la Fundación Adecco a 2.000 niños de entre 4 y 16 años.
    El fútbol es el pan y circo que un montón de niños aúpan. Fue así antes y sigue siéndolo ahora. Lo que cambia es la puesta en escena. Antes, los niños se conformaban con imaginar el gol retransmitido por el transistor de sus padres y, como mucho, conseguir el cromo con la imagen, en blanco y negro, de su héroe. Hoy, los goles conllevan toda una escenificación con guiño a la prensa y pirueta para deleitarse en las repeticiones. Un gol en movimiento y un futbolista idolatrado por su imagen. Un Beckham rubio y guaperas que hasta sirvió de protagonista en una exposición sobre erotismo. Futbolistas cachas metrosexuales deseados por las niñas e idolatrados por los niños.  
    En trance de superar el icono Beckham, los niños quieren ser Guti. Y Guti sigue los pasos del rubio. Lo último, el madrileño, que sabe jugar con su propio personaje, anunció hoy que abandona el Real Madrid. Y el tema lo comentan hoy los niños por el Messenger. 
    El escritor José María Plaza publicó en 2004 la novela “Yo quiero ser Raúl’ (Ediciones SM). Narraba la historia de Rafa, un niño que quería ser futbolista. El autor explica que la idea nació de observar el entusiasmado de su hijo practicando este deporte: “Pensé en escribir sobre la pasión que comparten muchos niños.”
Otro de los más aclamados deportistas es Cristiano Ronaldo. El mes pasado, el adorado portugués aseguró durante la presentación en Londres de un modelo de zapatillas que quería convertirse en leyenda. “Quiero ser un ejemplo para los niños”, agregó.

El mismo sueño
Eli tiene 12 años y una idea clara: “Yo quiero ser periodista deportiva como Sara Carbonero”. Adora el fútbol, y a los futbolistas: “Escuchamos hablar de ellos todos los días, son nuestros ídolos y sabemos que dan lo mejor de ellos en cada partido”.
    También  Carlos sueña con convertirse en un profesional. Acaba de cumplir 15 años y asegura que aunque los jugadores del Real Madrid “son los mejores”, él quiere jugar en el Rayo Vallecano.
    Luis ya no es un niño, pero si le dices el año en que naciste, es capaz de decirte todos los partidos que jugó el Real Madrid esa temporada, qué resultados tuvieron y quiénes metieron los goles. De niño, también él quiso ser futbolista: “Con cinco años, quería ser como Pirri”.
    Ser futbolista fue y sigue siendo el sueño de muchos niños. El jugador argentino Jose Luis Acciari aconseja a los padres cuyos hijos quieren ser futbolistas que, además de hacer deporte, estudien. “Muchos quieren ser futbolistas, pero son pocos los que llegan a vivir de esto. Muchos jugadores compaginan el fútbol con una carrera universitaria. Eso es una gran idea y algo digno de admirar.”, añade el jugador.

martes, 6 de abril de 2010

L´Aquila olvidada, un año después

Era la mañana del seis de abril de 2009. Perugia, a 115 kilómetros del epicentro del terremoto, estaba aún a oscuras, como casi el resto del año, en una primavera que aún no despuntaba, que todavía olía a la nieve que había estado cayendo hasta pocos días atrás. 
Los gritos de mi compañera de piso aporreándome la puerta, me despertaron. Gritaba: Morti, morti!!! Esa era la única palabra que acertaba a decir en italiano; las demás, las soltaba en su lengua materna, polaco, y sólo ella las entendía. Entre sus gritos desesperados, y mientras me imaginaba ya el salón de nuestra casa lleno de cadáveres, logré ver la pantalla de ordenador donde la noticia amanecía a gritos. A las 3 horas, 32 minutos y 39 segundos de la madrugada se había producido un terremoto de magnitud 6,7 grados en la escala de Richter en la ciudad de L´Aquila, región de Abruzzo. 250 kilómetros a la redonda se había notado el movimiento de tierras. El número de muertos iba dándose con precaución, pero se contaban ya por decenas. 

Mi compañera aseguraba haber sentido el temblor: “Esta noche sentí mi cama como si fuese una barca en mitad del mar”, me dijo. Yo, sumida en un profundo sueño, no había notado la tierra tambalearse. Llamé a mis amigos, también ellos habían notado el suelo temblar en la madrugada. 
Desde ese momento, pude ver cómo los efectos del terremoto también pasarían por los psicológicos y sociales. 
En TV hablaban de víctimas, de un montón de estudiantes desaparecidos bajo los escombros a los que había quedado reducida la Casa del Estudiante, de ancianos y niños dependientes que no lograron salir a la calle cuando los techos empezaron a caer sobre sus cabezas. 
Se espera aún la llegada del Presidente de la República, Silvio Berlusconi. La radio, mientras, hacía eco del ruido de gritos y desesperación que envolvían a una población en ruinas. Aunque fueron los periódicos digitales los que más seguí. El diario La Repubblica ofreció un impecable “minuto a minuto” que me dejó todo el día pendiente del suceso con el alma en vilo. A media tarde, la cifra de muertos ya ascendía a 150 personas. 

Varias réplicas empezaron a sucederse, una tras otra, algunas más fuertes, otras más leves. Todo el mundo estaba aterrorizado. La gente estaba histérica. Era más el miedo psicológico de morir aplastado que la evidencia real de que las réplicas se materializarán. 
En Perugia, apenas se percibía algún que otro movimiento de lámparas. Sin embargo, las calles se llenaron de personas temerosas que no querían regresar a sus casas. Allí, en la capital de Umbría, no había pasado absolutamente nada y la ciudad se convirtió en un caos. No quise imaginar qué estado reinaría entonces en el epicentro. El temor ya se había adueñado de las calles, de los vecinos. 
En Roma, a 85 kilómetros del epicentro, también el caos se había hecho con las calles y la gente se refugiaba en los exteriores. Las casas se convirtieron en nidos vacíos. 

En la sísmica región de Abruzzo son frecuentes los grandes terremotos. En 1315 ocurrió el más portente. Uno de los últimos, en 1915, se caracterizó también por una alta intensidad. 

La noche llegó envuelta en el terror y las imágenes de la ciudad de L´Aquila no daban tregua. En la Rai, apareció la plaza del Ayuntamiento, acostumbrada a estar repleta de muchedumbre (acogía en ella el mercado matutino), ahora estaba repleta de equipos de televisión, locutores de radio y enviados especiales haciéndose el héroe. Mientras, una anciana lloraba ante la cámara. Lo había perdido todo. Había perdido a todos. Poco después, en la radio sólo se oían aullidos, perros y gatos perdidos buscando a sus dueños muertos. Pesadillas. 

Los días posteriores al terremoto jugaron con el miedo de la gente aupado por más réplicas. El desconcierto se mezcló con la impotencia. Recuerdo aún la voz cansada de un hombre en la madrugada radiofónica contando cómo, siguiendo uno de los muchos llamamientos falsos que andaban haciendo por Internet para incitar a la gente a abandonar sus casas ante el miedo de que los movimientos sísmicos les alcanzaran, había sacado de casa a su madre y a sus hijos para nada. Rogaba que por favor no se difundieran falsas alarmas, no se impulsara a la gente a echarse a la calle, no se alertara aún más a una población que ya de partida estaba desconcertada y aterrorizada. 
Cuando a las tres y pico de la mañana, me fui a la cama, la última cifra de muertos ascendía a 235. La cifra retumbaba en mi cabeza como el eco. 

Esa misma cifra fue aumentando. Finalmente, el terremoto de Abruzzo dejó 308 muertos, 1.600 heridos y unas 50.000 personas sin hogar a causa de la destrucción total o parcial de miles de edificaciones. 

Hoy, 6 de abril desde 2010, las noticias apenas dan una pincelada del mundo que se quedó calcinado bajo una lava de olvido que empezó a construirse hace un año. 
Las crónicas publicadas hoy para recordar el aniversario del terremoto que desencajó a Italia hablaban de una ciudad llena de albañiles pero sin vida. De más de 4.000 personas que aún siguen deambulando por hoteles porque perdieron sus casas. Pero contaban poco. 
L´Aquila, igual que pasará con Haití, no es ya noticia más allá del detalle de recordar hoy el aniversario de su horror. 

A las 3 horas y 32 minutos de la madrugada de anoche, una multitud se sumió en un larguísimo silencio reunidos en la plaza de L´Aquila. Después sonaron 308 retoques de campana.