jueves, 30 de septiembre de 2010

Más másters te da la vida

Día 30 de septiembre. Se acabó, ahora sí, para todos. O casi: Enhorabuena Martín, enhorabuena Moncho. 
¿Y por qué no? Enhorabuena a todos, porque en este máster, sin duda alguna, nos hemos hecho mejores periodistas. Gracias Alfonso, gracias LP, gracias profes y, sobre todo, gracias compañeros masterópodos por haberme enseñado tanto.


Escribo desde algún lugar perdido de Irlanda y doy por cerrada esta etapa. Pero no cierro las amistades que aquí hemos hecho... Seguimos en contacto... Mucha suerte a todos. Os la merecéis. No olvidéis lo que hemos aprendido. No nos vendamos. 

Cierro este blog que, en 98 entradas, tanto me ha gustado escribir y que tan evasivo me ha resultado. Si alguno quiere seguir leyéndome, puede hacerlo en:

(Más profesional... Para quien quiera contratarme) 

(Más personal... Aquí aprendí a vagabundear -entre el cielo y el mar- y aquí seguiré relatando mis aventuras irlandesas a lo Mary Poppins....)

Dejo, para terminar, un trozito de la primera entrada que publiqué en este blog, unas palabras de Sándor Márai. Algunas cosas no han cambiado tanto. Hasta siempre compañeros, hasta siempre amigos. 

El periodismo me atraía, pero creo que no habría sido útil en ninguna redacción. Imaginaba que el periodismo consistía en andar por el mundo y observar ciertas cosas, todas irrelevantes, caóticas y sin sentido alguno, como las noticias, como la vida misma... 

sábado, 25 de septiembre de 2010

Y esto se acaba

Esto se acaba y yo, que tanto lo deseé, aún no me lo creo. 

Así empecé esta entrada de blog hace unas cuántas horas... Y ahí me quedé porque la tarde se hizo intensa... Demasiados asuntos que cerrar cuando una etapa se acaba.

Son poco más de las doce de la noche, y acabo de cerrar el Hermes y dar por concluido mi trabajo. Ha sido una tarde de despedidas, aunque, curiosamente, no me haya despedido de la persona con la que más he convivido... Será que así, pequeña Cris, las puertas quedan más abiertas para el rencuentro... (Por cierto, que LP tampoco me ha dicho adiós y mira que sé que me quiere) 

Y es que he de reconocer que me da un poco de terror apagar el ordenador, fichar y salir de aquí. Y mira que he deseado que llegara este momento...

He aprendido mucho aquí, de eso no hay duda; y he vivido historias que son las que, día a día, me hacen ser quien soy. "¡Aprovecha la vida!", me decía Fede hace un rato cuando se iba.

En los últimos cinco meses he odiado la forma de trabajar de este diario, pero reconozco que han sido en esos momentos (en los que pensaba que todo se derrumbaba) en los que, al final, siempre ha aparecido alguien para rescatarme, para acogerme en el “Madrid 360”, para mandarme a hacer un reportaje interesante, para decirme las cosas claras, para llevarme de cañas o para darme un beso y un abrazo.

En la sección ha habido cosas muy buenas: la posibilidad de codearme con gente a las que admiro y de hacer, desde primera línea, reportajes de los que me siento orgullosa. Y si lo que menos he soportado han sido algunos comportamientos, a algunas personas... también es cierto que lo que me ha salvado han sido las "otras" personas: las que saben sonreír, con las que compartí el rango de becaria o las de la mesas de los "desterrados".

Aunque si las prácticas han sido duras, lo más absorbente fueron las clases. Y es que... Ay!!, ésta, nuestra particular mili, qué intensísima ha sido. Pero por algo somos el máster que logramos llevarnos bien. Tejimos una red de hilos que hacen que hayamos establecido relaciones muy especiales, y muy diferentes, entre cada uno de nosotros. Y hasta los que al principio pensé que jamás encajaríamos, ahora se llevan un trozo de mí.
Cris y Fer (qué deciros!!), o la dulce Virginia o la loca de Andrea... María Candela (que sé lo mucho que disfrutará en Roma), Taty (compartiremos profesión, Ay!), Martín, tan coherente, y Moncho, siempre sorprende. Las Anas, tan diferentes; Mellado, con la que tanto choqué y que al final acabé entendiéndola, y Fernández, con la que siempre me entendí muy bien. Ay, Nacho, lo que nos hemos reído. Sin olvidar a Pikatoust, Dani y Juanjo, que fueron las primeras ausencias. Cuánto os echaré de menos, masterópodos, a vosotros, a los que sabéis qué es dar clases sin ventanas... un zulo en el que solo nos quedaba la imaginación para soñar el mundo que esperaba fuera.

Estamos llenos de toda esa pasión de la que anoche nos hablaban Cruz y Bárbara. La pasión nos une, por eso tendremos a la suerte de nuestro lado... La energía nos rebosa, y solo tenemos que aprender a canalizarla, a no perder la cabeza... 

No puedo dejar de sentir un poco de vértigo ante la salida, de miedo a que todo se evapore... De sentirme un poco huérfana y desprotegida sin papa Alfonso...  Pero chicos, sé, que aunque el mundo es grande, volveremos a encontrarnos.
Después de tantas palabras escritas, no sé ya cuáles utilizar para describir esta experiencia... Sólo sé que el metro va a cerrar cómo no me vaya pronto... y que ya, inexcusablemente, ha llegado el momento de usar las alas... y volar. 

domingo, 19 de septiembre de 2010

Y no es una contradicción

A medida que aumenta mi amor por el periodismo, aumenta también mi odio por los periódicos.

viernes, 17 de septiembre de 2010

El lector de periódicos del metro


En las clases de Historia del Periodismo, nos hablaban de un tiempo en el que leer The New York Times era una seña de identidad . "No se sabía muy bien si el lector era un hombre de prestigio porque leía ese periódico o si leía ese periódico porque quería ser un hombre de prestigio", nos explicaban.

Pensaba en esto mientras viajaba en metro. Cerca, a un par de asientos en mi mismo vagón de metro, un hombre leía La Razón. La escena dejaba claro que a él, esos veinte minutos diarios que dicen las estadísticas son los que dedica el lector medio a leer un periódico, se le quedaban cortos. Con precisión y detenimiento, como el que está haciendo un análisis profundo y minucioso de lo que lee, iba pasando las páginas. Firme, pero contenido. Enfocaba de un modo aún más incisivo las páginas de opinión y tan solo parecía salir de su fijación cuando, como quien no es dueño de sus propios movimientos, regresaba a la portada y la analizaba como si fuera la primera vez que la percibía.

Vestía un traje de chaqueta. En sus manos, pero sin juguetear con él, un móvil rojo. A sus pies, un maletín que le daba aires de profesor universitario. Una bandera de España por pulsera dejaba signos inequívocos de que, de igual modo, podría encajar como lector de ABC.
Cuando el metro que compartíamos nos acercó a Ciudad Universitaria, el hombre detuvo su lectura. Con una pulcritud y un orden casi maniático, cerró el diario y lo guardó. Pensé que quizás su maletín lo hubiese delatado y fuese, efectivamente, un profesor universitario.
Pero las puertas del metro se abrieron y no bajó. Yo sí descendí, y lo contemplé perderse en su vagón. Absorto, dubitativo. Quizás, pensando en ese trabajo al que estuviese dirigiéndose y que yo no alcancé a descifrar. Una profesión que encajase, tal vez, con su condición de lector de La Razón. 

miércoles, 15 de septiembre de 2010

¿Atrevido? No, no es eso...

Un compañero, ex profe del máster, me dejó caer ayer que mi blog, que este blog, era demasiado atrevido. “Anda que criticar la sección de cultura estando en cultutra”, me regañó.
Quizá porque mi posible temeridad puedo justificarla con un apasionamiento racionalizado, o, simplemente, porque siento que no tengo nada que perder, escribo aquí con una sinceridad o una inconsciencia que están muy lejos de ser atrevimiento, aunque otros puedan verlas como tal.
Esta mañana, en una entrevista grupal, una periodista me confesaba que fue lectora ferviente de este periódico y que, en los últimos tiempos, sentía que su calidad había descendido vertiginosamente. Son esas confesiones que se producen para llenar los tiempos de espera y en las que se olvidan, por un momento, que somos competencia, periodistas de diferentes medios enfrentados.
No me importa (o al menos no ahora) estar dentro de un medio para creer en la autocrítica. Y para saber que es algo que aquí brilla por su ausencia. El control de calidad en este diario es mínimo. Eso es lo que pienso, y lo que lamento, teniendo en cuenta que un importante punto de mi carta de presentación será tener un máster en este diario.
Mi visión, siempre personal y subjetiva, es que a ABC lo amparan y protegen los años y la marca. Pero ampararse en la historia es peligroso porque, de repente, un día, puede darse de bruces con la realidad. Lo protegen los suplementos, como el ABCD, hechos con mucha más entrega y vocación que las páginas diarias. Con mucha más profesionalidad. Lo empuja la web, que cuando funciona (que no es siempre), funciona muy bien, y se hace muy presente en las redes sociales, cercana y útil. Lo avalan buenos periodistas que dieron, y dan, su vida por ABC, aunque nadie parezca percatarse de ellos.
Pero lo matan muchas otras cosas, empezando por la falta de autocritica y de exigencia. Por haber olvidado que la calidad y el verdadero periodismo no es fruto de una herencia, sino que hay que currárselo cada día.

Es cierto que puede parecer suicida criticar el lugar en el que estás. Pero me parece justo, aunque sea porque puse mucho empeño en que me asignaran la sección de Cultura y me defraudó enormemente. He aprendido, día tras día, durante casi cinco meses, que esta sección tiene muchas lagunas, a pesar, y eso es lo más injusto, de tener en ella muy buenos periodistas. Y entre todas esas faltas, quizás, la que más me desestabilizó fue la falta de criterio que a mi parecer existe.
Es lo que queda tras entender que la cultura -lejos de ser todo aquello que una chica con la cabeza llena de pájaros pensó que era-, es solo una manipulación de poderes y un escaparate de intereses y compromisos.
Que una sección como nacional manipule o confunda no me hubiese extrañado. Sería casi lógico. Que lo haga cultura, que los temas se asignen por intereses ajenos, valga la redundancia, al interés cultural, me parece decepcionante.

Quizá es solo porque cuando pienso en CULTURA, lo pienso en mayúsculas, y me vienen a la cabeza las lecturas con personajes que se salen del papel, las lágrimas que se derraman cuando sobre un escenario se palpa la vida, la música que realmente ahuyenta las penas, la crítica, lo social, el dejar hablar, el saber escuchar, la palabra, las ganas de, aunque suene a tópico, cambiar un poco el mundo... y porque, en este tiempo, en esta sección, he visto muy poco de todo eso.

sábado, 11 de septiembre de 2010

Dulce septiembre

Cuando todo parecía irremediablemente condenado al fracaso, y la fuerza, pensaba, tan sólo emanaba de un necesitado alejamiento; de repente, un beso. 
Unas frases intercambiadas, un final de verano, una vuelta a la calma.  
Si los últimos dos meses me parecieron una carrera de obstáculos infinitos e insalvables, septiembre ha llegado con la dosis de consejos que necesitaba, con el modo preciso de recuperar las ganas, la pasión. 
Entre entrevistas y eventos, meterme de lleno en un reportaje cuyo tema me apasiona y dejarme emanar, lograr absorber, ilusionarme, confiar, despertar... Vaciarme de todo y llenarme de todo. 


martes, 7 de septiembre de 2010

Expósito a La 10 y Rubido a ABC


Ya olía... Aunque no se sabía (o nosotras no sabíamos) en qué DIRECCIÓN. 
A Ángel Expósito le ha llamado el pintor. A partir del martes, su retrato estará colgado en la Biblioteca, junto a otros... ahora inombrables.

Otro patrón, y no de la Armada, guiará el barco. Bieito Rubido asumirá el timón y Expósito se incorporará al programa "La lupa de la actualidad", en La 10. ¿Con algún que otro marinero reclutado?    

Dicen que el periodismo es como un tobogán en el que uno no puede olvidarse nunca de saludar a quien se encuentra cuando sube porque volverá a verse con ellos en la bajada. Expósito saludaba a todo el mundo, desde al coronel hasta al soldado raso, ¿lo hará Rubido? 
¿Traerá el cambio tiempos mejores? ¿Nosotras los veremos...?

No sabemos qué nos deparará el futuro, pero sí que hoy hemos vivido un momento histórico. ¿Nos dará tiempo a vivir otro?


Más información aquí

(Escrito "a pachas" con Cris Durle)