viernes, 4 de junio de 2010

Sí, Lolita, ¡atacá!

Una que, para empezar, se ataca en casi todas las entrevistas (aunque a veces más, a veces menos), y a la de Lolita (no me preguntes por qué) yo iba de los nervios. 
Llego a la habitación del hotel, me la presentan y nos sentamos las dos en una mesa. Le hago la primera pregunta. Respuesta corta y actitud (la de ella, claro; no la mía) segura, segurísima. Le hago la segunda. Igual. A mitad de la tercera, me corta, se me acerca un poco más, y me pregunta: "¿Tú estás nerviosa?"
Yo, me pongo colorá, y le respondo: "Nooooo". 
"Pues tranquilízate, que no pasa nada", responde ella ante mi poco creíble "nooo".
Ya después, apiadada de mí, estuvo cercana y muy simpática. Siguió, eso sí, con una seguridad un poco coartante, pero admirable. Y al final, hasta me regaló (¡me debió de ver tan verde!) y dedicó el disco: "Patricia que tengas una carrera tan bonita como la mía"


«Pido salud y que compren el disco»
A estas alturas, nadie la va a llamar Lola. Por eso, el título de su nuevo disco, «De Lolita a Lola», no es una forma de reivindicar su nombre, «sino el paso de niña a mujer» -explica ella-; de una jovencita de 17 años que cantaba «Amor, amor» pegada a las faldas de su madre, «La Faraona», a una mujer de 52, que festeja así sus 35 años subida al escenario.
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