martes, 19 de enero de 2010

El caos reinante dificulta el reparto de la ayuda humanitaria llegada a Haití



Hoy hace una semana que la tierra tembló en Haití con una magnitud 7 en la escala de Richter. Eran las cinco de la tarde, hora local, las once de la noche en España, cuando centenares de edificios en su capital, Puerto Príncipe, se vinieron abajo sepultando a numerosas personas.
Bomberos, voluntarios y Cruz Roja iniciaron inmediatamente las labores de rescate y desde entonces no han tenido un momento de descanso. El 80% de la ciudad ha dejado de existir. Una semana después es casi imposible encontrar alguien con vida, aunque las esperanzas no se terminan de perder. Ayer, aún pudieron rescatar a una mujer de 63 años, explicaba un bombero de Huelva desplazado en la zona, Antonio Rodríguez Nogales: el rescate duró trece horas, «pero esa vida nos da ánimos».
Los últimos datos recogen cifras de más de 200.000 personas fallecidas. Los cuerpos están enterrándose en fosas comunes, pero no se puede indicar con precisión cuántos cadáveres se encuentran aún entre los escombros. Al menos 250.000 personas han resultado heridas, según confirmó el Secretario de Estado para la Alfabetización, Carol Joseph. Además, cerca de 3.000.000 personas han sufrido daños materiales; de las cuales, al menos la mitad ha perdido sus casas.

Encuentros 
Cerca de cien españoles se encontraban en Haití cuando ocurrió el seísmo. «Es indescriptible cuando entre tanta tragedia e incertidumbre encuentras a tus dos hijas vivas, sientes la mayor alegría», explicaba un funcionario de Naciones Unidas, Luis Eduardo Álvarez, a su llegada a España tras haber vivido el terremoto. 
La mayoría de ellos ha logrado regresar. Pero no todos. La funcionaria segoviana Pilar Juárez se encuentra aún entre los desaparecidos.


Envío de ayuda
Las ayudas, desde dentro y desde fuera del país, están sucediéndose desde el primer momento. El Gobierno haitiano y la Marina de Estados Unidos han trasladado a 10.000 hombres al país para ayudar en las tareas de rescate y asistencia a la población. 
Otras ayudas internacionales están también llegando desde países como España, Francia, Japón o Chile. «Agua, comida y tiendas de campaña es nuestra más inmediata necesidad», explica Morachel Bonnomme, un sacerdote de Carrefour, el segundo barrio más pobre de Puerto Príncipe.
Pasados los primeros días marcados por la cuenta atrás para encontrar a personas con vida, ahora Haití debe empezar a mirar hacia adelante y resurgir sobre sus propias cenizas. Pero el descontrol está aumentando la inseguridad en la ciudad, tanto para cooperantes como para haitianos. Las calles, además de rostros desorientados, están llenas de luchas instintivas por la supervivencia, lo que se traduce en constantes asaltos y peleas callejeras.
La desorganización establecida está imposibilitando el reparto de las ayudas recibidas. A pesar de que las visitas oficiales, que también están sucediéndose estos días, como la de la vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, confían en que estas aportaciones convertirán «el dolor en una nueva esperanza».

1 comentario:

hatoros dijo...

AQUI NO DIGO NADA