En orden, Ibáñez, Armada, Bergareche y Meneses
1001 palabras esperábamos que dijeran tres figuras como las que teníamos delante. 1001 palabras y 1001 incitaciones a defender el periodismo y a creer en él. 1001 motivos y 1001 acciones.
Pero no fue así.
Los periodistas Alfonso Armada, Borja Bergareche y Enrique Meneses se quedaron sin palabras. O al menos -en mi opinión-, sin las suficientes, o sin las necesarias, sin las precisas. Sin las que esperábamos escuchar.
El pasado viernes se celebró en la biblioteca de ABC un encuentro impulsado por el laboratorio permanente de comunicación 1001 medios. Además de la presentación de las 6W de la web, que corrió a cargo de Paco Torres, lo más interesante del programa era la tertulia, titulada "Los límites del periodismo", a cargo de los tres citados periodistas, y moderada por Juanjo Ibáñez.
Estaban representando a tres generaciones.
Enrique Meneses, de 80 años, ha sido corresponsal en Oriente Medio y en la India; ha trabajado en ABC, en Life, en Paris-Match. Fue el primer reportero que subió a Sierra Maestra con el Ché Guevarra y Fidel Castro. Ha publicado numerosos libros, entre ellos, su biografía, Hasta aquí hemos llegado.
Alfonso Armada, de 51 años, periodista actualmente en el D7 de ABC y en FronteraD, ha trabajado también en El País y en Faro de Vigo. Ha cubierto el cerco de Sarajevo, el genocidio de Ruanda y es experto en África, sobre la cual habla en sus Cuadernos africanos. Este mismo mes ha publicado su último libro, Diccionario de Nueva York.
Borja Bergareche, el benjamín, ha sido nombrado recientemente subdirector de abc.es y hasta entonces era el redactor jefe de Internacional en ABC.
Era obvio el por qué esperábamos que hablasen, al menos, con la misma concisión, claridad y maestría con que lo hacen cada uno de ellos es sus respectivos campos. Pero parecían estar fuera de juego, y la tertulia se movió desordenada por un montón de lugares comunes.
Bergareche empezó bien, apostando por "periodismo, periodismo y periodismo", recordando que la mejor arma es un buen titular y esbozando límites estructurales, institucionales y tecnológicos a la hora de enfrentarnos al periodismo actual, convergente con los nuevos medios. Pero le faltó la contundencia, la precisión y el detalle con que le hemos escuchado enseñar sobre Oriente Próximo o sobre Cuba. Como a todos, le sobró improvisación. No les hubiese venido mal haberse puesto de acuerdo sobre las directrices que podrían abordar.
Armada apostó por hacer "periodistas más polivalentes" y por romper con "el corsé de hierro" que los periodistas se imponen al considerar que el lector va al periódico "a confirmar sus prejuicios". Las ideas fueron precisas, pero casi imperceptibles, ya que sus intervenciones fueron escasas; prácticamente, no participó en la tertulia.
Meneses aportó color al encuentro. Fue un placer escuchar sus hazañas pero se fue de tema. Dejó claro lo evidente, que escuchar a las grandes figuras es un modo ideal de aprender; pero quizás no era el modo ni el momento. Eso sí, dejó consejos en el aire que no vamos a dejar escapar: "El camino es ir a buscar la información. Tenemos que hacer buen periodismo. Empezar un reportaje agarrando al lector y terminar dejándolo expectante."
La tertulia periodística acabó convertida en una vaga reflexión sin hilo argumental. Interesante sí, pero improductiva y poco preparada. Quizás si no hubiésemos esperado tanto, no hubiese sido un tanto decepcionante... Pero faltó una puesta en escena limpia, y que los tertulianos se hubiesen acercado a sus intervenciones con la misma conciencia y preparación con que se acercan a la escritura de sus textos. El debate por el que se apostó, los límites del periodismo, prácticamente no apareció más que en el enunciado del mismo y en un par de apuntes cogidos por los pelos. Lo único que pareció quedar claro del encuentro es que por mucho ABC2010 por el que se apueste, "la grapa no se toca". Y que lo demás, está en el aire...
2 comentarios:
Patricia creo que el problema del debate fue que al moderador se le fue de las manos.
Fue más bien, creo yo, que los tertulianos no se prepararon sus argumentos, y la improvisación no fue una buena solución. Una pena, sabiendo quiénes eran y la calidad que sabemos que tienen, aunque no la demostraran.
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